viernes, 6 de junio de 2014



“SEÑORES, SOY CAMPESINO”

Señoras y señores, la semblanza de Rosendo Radilla Pacheco, es una obra que estremece y que deja una huella profunda para la reflexión, pues no nada más describe una de las páginas más oscuras de la realidad del pueblo de Guerrero, en especifico el de Atoyac de Alvarez.

Esta publicación se realizó con base en el contenido de “Voces calladas, vidas truncadas”, redactado por su propia hija Andrea Radilla Martínez y “La desaparición forzada de Rosendo Radilla en Atoyac. Informe de afectación psico-social”, de Ximena Antillón Najlis y que ambas se publicaron en el 2008.

El libro de 94 páginas que se terminó de imprimir en octubre del año 2012 con un tiraje de mil ejemplares, reflejan la vida de un hombre de la cultura del esfuerzo y cuya ausencia provocó un daño irreparable para su familia y para el municipio del cual fue presidente municipal, y que de la manera más atroz fue mutilada, sólo porque al gobierno le parecieron peligrosos sus corridos: “Señores soy campesino del estado de Guerrero, me quitaron mis derechos y me hicieron guerrillero”.

Esa voz populi que no tenía censura y que gracias al interés de los miembros de su familia, los corridos pudieron ser rescatados del audio cinta y que ahora las letras no nada más forman parte de una colección, sino que siguen reflejando la desigualdad social y ese testimonio de como la pobreza extrema sigue siendo el campo fértil de la guerrilla.

Mi reconocimiento de manera particular a Sergio Ocampo Arista, que por medio de la frecuencia de XEUAG “Radio Universidad”, pudo hacer llegar algunos ejemplares al público interesado en tener en sus manos un documento histórico, que describe la impunidad que parece ha vuelto del gobierno contra los luchadores sociales.

Por ello me parece, que más oportuno no puede ser, pues bien dicen los que saben, que “el que no conoce su historia, está condenado a repetirla”, y las nuevas generaciones deben de leer, saber y entender, porque es necesario que ante la arbitrariedad, no queda más caminó que la movilización, no quedarse de brazos cruzados.

A Rosendo Radilla el ejército mexicano se lo llevó vivo un 25 de agosto de 1974, cuando viajaba de Atoyac rumbo a Chilpancingo, y lo hicieron descender del autobús de la desaparecida línea de transportes “Flecha Roja” en el reten que habían colocado entre Cacalutla y Alcholoa.


Algunos de los recuerdos que sus hijos guardan de su padre es este: “Mi padre decía a mi madre que todos éramos diferentes y cada uno tenía lo suyo, pasábamos las vacaciones y fines de semana en Boca de Arroyo, donde teníamos una huerta de coco, luego de cosechar café, maíz y el ajonjolí, nos gustaba sembrar, ordeñar las vacas, montar a caballo, nadar en el rio y disfrutar la naturaleza”. Definitivamente usted no puede dejar de leer “Señores, soy campesino”. Foto: Visión 2000 Comentarios: www.noesegurasalazar.blogspot.mx

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