martes, 17 de junio de 2014







DE TENOCH A LOS ACAPULCOS (III parte)

Señoras y señores, también llamada Ciudad de los Bravo en honor a los héroes de la Independencia: Don Leonardo, Don Miguel y Don Nicolás de este apelativo; Chilpancingo es una palabra derivada de Chilpan (milpa de chile), que en la época del imperio de Anáhuac, la zona pagaba tributo a Moctezuma “El Grande”, con mantas, algodón y maíz, un poblado de descanso para las recuas que iban de los Acapulcos a la capital del virreinato y viceversa.

Chilpancingo está a orillas del otrora rio Huacapa y del arroyo de Apatzingo y fue la población que fue nombrada capital de la América Septentrional por el “Siervo de la Nación”, Don José María Teclo Morelos y Pavón para después instalar el Primer Congreso de Anáhuac el 13 de septiembre de 1813; empero ahora sólo es recordada por ser la sede de los poderes del estado y sus miércoles de pozole blanco (por las noches), los jueves de pozole verde y sábado y domingo, de nueva cuenta pozole blanco y su mezcal (destilado de pencas de maguey).

El 24 de septiembre de 1842, Antonio López de Santa Anna –vía decreto-, le dio la obra de construcción a Manuel Becerra, en el tramo comprendido de Chilpancingo-Acapulco, sin embargo, se suspendieron los trabajos que apenas habían sido iniciados, quesque por falta de dinero; En 1854, siendo otra vez presidente Santa Anna, volvió a intentarlo, pero lo único que se le reconoció es que empezó la señalización de la carretera: “A México tantas leguas”… Art. 13, desde la puerta del Palacio de Gobierno hasta Acapulco, y en su sentido al oriente a Veracruz.

En sí, el primer tramo que se construyó de la carretera México-Acapulco fue el comprendido entre Iguala y Chilpancingo por disposición de Porfirio Díaz Mori en 1908, Continuándose después de Chilpancingo a Palo Blanco por cuenta del entonces gobierno del estado que administraba Damián Flores, los cuales pusieron sus nombres a alguna “calzadas”.

Durante junio de 1920, Venustiano Carranza sólo efectuó un “reconocimiento” sobre el mismo tramo, y se inició una construcción de norte a sur de Iguala a Amacuzac (en el hoy día estado de Morelos), terminándose “el ramal” de las grutas de Cacahuamilpa que derivaban a Puente de Ixtla, terminándose siendo ya presidente Alvaro Obregón.

En enero de 1921, fungiendo como secretario de comunicaciones el nefasto Pascual Ortiz Rubio, comenzaron los trabajos del “mejoramiento” de nueva cuenta hacia el sur de  Chilpancingo, comprendiendo los tramos de Xolapa, hasta Xaltianguis, mejorándose al mismo tiempo, otra vez, el camino del D.F. a Puente de Ixtla.

Desde septiembre de 1925, hasta la fecha de inauguración de la carretera, los trabajos estuvieron a cargo de la Comisión Nacional de Caminos (CNC), estando como presidente Plutarco Elías Calles, quien abrió tráfico el 11 de noviembre de 1927, era entonces la carretera más importante con que contaba la República Mexicana.

Antes de abandonar el municipio de Chilpancingo, el serpentiniante camino pasaba por Petaquillas (lugar de otrora muy buen mezcal el cual fue probado por el mismísimo presidente liberal Lázaro Cárdenas del Rio), Palo Blanco (de gran gastronomía regional), Acahuizotla (de gran artesanía del casi extinto  “palo morado” y deliciosa agua), Agua de Obispo (de inmejorable clima para acampar que el mismo Alexander Humboldt lo comprobó).

Luego del descenso, pasamos por El Rincón (de melancolía campirana, de rustica tranquilidad) y el Ocotito y Cajeles (todas ellas pertenecientes a un valle en cuya una de la cimas del poniente, aun vemos sobre su crestería, perfectamente delineado un rostro nativo de colosales proporciones, “la enorme cara de un indio vuelta al cielo”), hasta “Dos Caminos” -Julián Blanco-, el cual el 27 de julio siempre está de “manteles largos” por festejar en su feria al “Hijo del Trueno” –Señor Santiago-.

Pero todo eso quedó saltado por la mentada “Autopista del Sol”, incluyendo la terminal de autobuses de Chilpancingo que durante mucho tiempo estuvo situada al pie de la Avenida Alemán –que era la propia carretera rumbo a Acapulco-, y que al otro lado del inmueble sigue funcionando el comedero “La Nenita”.

Donde hoy por hoy se puede seguir comiendo inmejorable “menudencia”, que luego del pozole, es otro platillo que presumir acompañado de frijoles refritos, salsa de jitomate y tortillas echadas en el comal; inmejorable lugar hasta para ver el encuentro entre Brasil-México, pues sus herederos son fervientes futboleros y miembros de la enjundiosa porra “La Penca de Maguey”. Fotos: Internet y Visón 2000 Comentarios: www.noeseguraslazar.blogspt.mx

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