jueves, 26 de junio de 2014







DE LA TENOCH A LOS ACPULCOS (IX y ultima parte)

Señoras y señores, la mancha urbana en muchas ocasiones hace ver muy trivial un espectáculo de todos los días, de ese rincón de agua tan tranquila que acompañaron al Tlatoani Tarasco Tangoanxoan II, mejor conocido como Caltzontzin –quemado vivo por el codicioso Nuño de Guzmán en 1526-.

El rey Felipe II le otorgó el titulo de ciudad, ratificado por Carlos V por Real Cedula de 28 de noviembre de 1799, título que llegó al puerto el 23 de julio de 1803, enviado por el virrey Iturrigaray, de cuya época virreinal sólo el fuerte de San Diego ha podido sobrevivir a tantas calamidades.

Una enorme cuenca abierta en rocas graníticas que presenta una entrada de 6.5 kilómetros, los grandes bancos de granito tienen una inclinación conveniente que permiten un anclaje, entre Playa Grande y la Ensenada de Santa Lucia, en ella fondeo en marzo de 1803 la fragata “Oroe” que trajo a la Nueva España al barón de Humboldt.

Dicen los que hablan bonito: “Desde La Garita, se quedaba frente a frente con una visión inconmensurable de tonos opalinos de mar y cielo, separados por una línea enrojecida en el horizonte que acaricia en lontananza la unión de esos dos infinitos, en donde caben todas las grandezas”.

La llegada de la “Nao” fue un acontecimiento ruidoso de la Nueva España, pues al anclar en Acapulco, se le daba aviso al virrey en el ahora D.F. y hasta que se otorgaba el permiso se procedía a descargar las mercancías, con un ceremonial complicado que autorizaba legalmente el notario del puerto en presencia del gobernador y de los oficiales reales. “Victoria”, fue la última fragata que llegó de Manila.

El coronel José Barreiro mandó hacer un corte a la montaña del noroeste “San Nicolás”, para que entrara más aire, modificando el clima del puerto, que en los meses de julio y septiembre suele recibir tempestades imponentes, que generalmente se anuncian con grandes neblinas que terminan en tremendos huracanes –“Culebrones”-.

“Curvilínea costera del Papagayo a la Base, la playa más mansita la del Morro, cautivadora de miles de estrellas por la noche. Atracción irresistible de turistas nacionales e internacionales, bajo del crepúsculo, abanicados por densas nubes de golondrinas, pelicanos, gaviotas”.
  
El istmo llamado La Langosta, separa el puerto de la bahía, Las Peñas, Las Brujas, Farallón del Obispo y la isleta de San Lorenzo, cerca de la punta de Icacos, la isla del Grifito, la de la Roqueta –de “los muertos” con su faro marca Barbier-Paris-, Manzanillo, Caleta, ofrecen a los turistas excelentes balnearios.


Acapulco tiene muchos lugares que el viajero puede pasar largas horas de contemplación, empero, ninguno como La Quebrada, enorme hemiciclo de acantilados, salvajemente románticos, así como su puesta del sol, única en todo el orbe; por eso es que pese a todos los desastres del hombre contra la naturaleza y la corrupción -y aunque hoy día se puede llegar en avión-, Acapulco sigue siendo un paraíso que toda gente debe conocer y que usted puede llegar por la fraudulenta “Autopista del Sol”. Fotos: Visión 2000 Comentarios: www.noesegurasalazar.blogspot.mx

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