miércoles, 18 de junio de 2014





DE LA TENOCH A LOS ACAPULCOS (IV parte)

Señoras y señores, “Tierra Colorada”, -municipio Juan R. Escudero- al igual quedó reducido a un mero crucero de la “Autopista del Sol”, cuando antes era otra de las paradas obligatorias para ascenso y descenso de pasaje de la “Costa Chica”, así como de la muy variada gastronomía de la región desde los afamados “tacos de arroz con huevo duro”.

Plan de Lima se aferra a sus hornillas de los pollos al carbón; desde ambos puentes –de las carreteras “libre y de cuota”-, se puede observar el río “Papagayo”, el cual se encuentra a 100 metros sobre el nivel del mar y que en otros tiempos sirvió de refugio de insurgentes y hace un par de años hubo una intentona de explotarlo como atractivo turístico con lanchas de poder por sus “rápidos”.

El Salitre aun sobrevive por sus deliciosos langostinos –en caldo o al mojo de ajo-, mientras que Xaltianguis lo hace con su mercado de arenal a 50 kilómetros del océano; al igual que “El 30”  -que de campamento de construcción de la carretera se volvió población-, y bueno, La Sabana y la propia Garita quedaron absorbidos por la mancha suburbana de la hoy día ciudad y puerto.

Fue el 10 de febrero de 1989 cuando Carlos Salinas de Gortari –presidente producto de otro fraude electoral-, vía la Secretaria de Comunicaciones y Transportes (SCT) ordenó la construcción de una autopista de 105 kilómetros de longitud, la cual según significaría mayores niveles de seguridad y un ahorro de más de 75 minutos dese la capital de la república.

Fiel a su doctrina neoliberal prometió hacer de Acapulco no nada más un destino de temporada, sino de “fin de semana”, el demagógico discurso además decía que: “se expandiría el turismo interno, incluido el de grupos modestos que utilizan preferentemente el transporte terrestre provenientes del Valle de México”.

Y todavía más, que se impulsaría la afluencia de turistas a Zihuatanaejo –el otro destino de playa del llamado “Triangulo del Sol”-, y Taxco, beneficiando directamente a 8 municipios de las regiones Norte y Centro, integrando corredores turísticos de Chilpancingo hacia la Montaña y de Taxco a Acapulco y hasta Huatulco (ya en el estado de Oaxaca).

Sigue siendo tanto el dominio caciquil priista y tecnócrata que aprovechándose del dato de que Acapulco representa el 70 % de la recaudación estatal, que inventaron lo de fomentar el empleo, proyectos productivos para la región “Pacífico Sur”, abriendo la tercera etapa de Acapulco, la del siglo XXI: “El Acapulco Diamante”, el cual quedó inundado con las pasadas lluvias de “Ingrid” y “Manuel”.

Que los empresarios tendrían nuevas oportunidades de inversión, como son “estacionamientos y equipo de recreación”, y que los medianos y pequeños hoteleros y comerciantes en general se beneficiarían por este “gran proyecto salinista, para disminuir las desigualdades entre nuestra entidad”.

Que una parte del financiamiento “se obtendría a través de la colocación de bonos de máxima seguridad y rendimiento para que el proyecto se culminara en 1991”; Tremendas mentiras del “salinato”, el cual apabulló a ejidatarios los cuales prácticamente fueron despojados de sus tierras provocando conflictos a lo largo de la arteria, así como altos niveles de corrupción por negocios de familia con las constructoras que nunca desarrollarían los trabajos con la calidad mínima requerida.

En fin, que pese a todas las criticas y gracias a la habitual censura sobre los medios locales y nacionales de información, el 3 de marzo de ese mismo 1989, “conforme a las instrucciones precisas” de CSG, se inician los trabajos de la autopista de 4 carriles, siendo gobernador José Francisco Ruz Massieu, su ex cuñado. Finalmente se empezó a construir el 30 de agosto de ese año y se terminaría no en 1991, sino en 1993.


La carretera México-Acapulco –Autopista del Sol-, se desarrolló en 52 kilómetros en el territorio del D.F. (El Pedregal de San Angel), 78 en el de Morelos (Cuernavaca, Temixco y Xochitepec) y 328 en Guerrero; luego entonces el punto de origen es en el dintel a 2 mil 238 metros sobre el nivel del mar, siendo por tanto una de las entradas palaciegas más elevadas del mundo. De ahí al otro lado de la ruta se vencen 458 metros (como descender siete veces La Torre Eiffel) para bajar desde la tierra de Tenoch, hasta el lugar de Los Acapulcos. Foto: Internet y Visión 2000 Comentarios: www.noesegurasalazar.blogspot.mx

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