GRUTAS
DE CACAHUAMILPA
Señoras y señores, a
pocos minutos de Taxco (a 52 kilómetros y a 81 de Cuernavaca, Morelos), el horizonte
nos muestra el núcleo de montañas de forma caprichosa a cuyo pie está la enorme
bocaza que sirve de entrada a los subterráneos de las grutas; son estalactitas
y estalagmitas producto de infiltraciones de agua, de una antiguo cauce subterráneo
–del Rio San Jerónimo, mismo que todavía circula por un nivel inferior situado
a unos 100 metros a bajo-.
Que se han evaporado
después de saturarse de carbonato de cal, y que gota a gota al unirse con el
lento y silencioso “picar piedra” de los siglos, dichas masas tomaron formas, siluetas
de rara arquitectura, mezcladas con esquemas de flores gigantes, de seres,
animales y objetos.
Las cuales se alzan
sobre un suelo lleno de brillantes, que hacen gala de un esplendor poco
conocido en la naturaleza, es algo casi hasta inimaginable, sólo porque lo
puede verificar con sus propia vista, admirando ahí altísimas columnas
estalagmitas, en donde la luz hace toda clase de sortilegios con los colores
del iris.
Estos lugares fueron
habitados por tribus Chontales y posteriormente por los Omelcas, quienes
utilizaban las cavernas para realizar ceremonias y cultos a sus dioses; Cacahuamilpa
(sementera o sembradío de cacahuate o cacao), es una población cuya fundación
es del siglo XVI, en el archivo de Taxco consta que en 1611 se consideraba como
barrio del pueblo de Chontalcuatlán; el pueblo pues, dio el nombre a las grutas.
Cuenta la leyenda que en
1833 un vecino de Tetecala huía perseguido por la justicia y tuvo que refugiarse
en el interior de ella buscando su salvación; luego entonces, fueron redescubiertas
en 1834 por Manuel Sainz de la Peña Miranda, pero fue en abril de 1835 qué se
organizó la primera excursión científica para su exploración, la cual estuvo a
cargo de Manuel Velázquez de la Cadena, Ignacio Serrano y los barones de Gross
y Pedrauville.
Estos exploradores cuentan
en sus bitácoras que encontraron en uno de los salones un cráneo humano,
recostado sobre el lado izquierdo, que estaba en contacto con el suelo y que
tenia cuajos de brillantes cristalizaciones; hasta nuestros días sigue siendo
un misterio de quien fue en vida. Desde entonces comenzaron a ser conocidas aquellas
formas caprichosas como: “El vestíbulo”.
“El Chivo Encantado”, cuya
silueta nos recuerda el genio maléfico que los nativos temieran y causara que
no penetraran en sus dominios, “Los Organos”, donde el corazón y el pensamiento
se cansan con la constante mutación de panoramas ópticos nunca vistos, que van
desde el arco de esbeltez y capricho sin igual, hasta el blanquísimo sudario
que cubre a un supuesto fantasma a quien la imaginación anima.
La galería de “El Trono”
-llamada también el “Púlpito”-, que ofrece un campo inagotable a la fantasía; La
primera ocasión que se habló de manera seria de este hermoso lugar fue en 1841
por la célebre escritora inglesa Fanny Inglis –mejor conocida en el mundo de
las letras como la Marquesa Calderón de la Barca-, cuyos artículos referentes
al “Palacio Encantado de Cacahuamilpa”, sirvieron después a escritores como
García Cubas, Rivera Cambas, Peña Fiel, entre otras plumas.
A principios de 1847,
Cacahuamilpa pertenecía al Estado de México, y el gobernador de aquel entonces,
Francisco Modesto de Olaguíbel, dispuso que se podía ingresar a las grutas solamente
con permiso de la prefectura y mediante el pago de un peso por persona, disposición
que tuvo como fin, no nada más la conservación del lugar, sino a la formación
de un fondo que se empleo para la apertura del camino de la población al ya célebre
sitio hoy conocido como parte del “Ecoturismo”.
Hasta que el dictador Antonio
López de Santa Anna, -quien alegando que su cojera no le permitía andar mucho,
sólo llego “al vestíbulo”-, en 1853, aunque usted no lo crea, luego de tanto
impuesto –hasta por ventanas y puertas-, de vender más de la mitad de nuestro
entonces territorio, apegado al populismo, ordenó que la entrada a las grutas fuese
gratuita y que, el ya Ayuntamiento de Taxco, pagara de su erario un guardián
para la vigilancia.
Quienes también
llegaron a visitar las grutas fueron: Guillermo Prieto, quien fatigado se sentó
y no avanzó más allá de “el chivo”; la emperatriz Carlota, se quedó en “el
trono” en donde tuvo la ocurrencia y ordenó que quedará grabado su nombre; Sebastián
Lerdo de Tejada no pasó de “los órganos” y los vencedores de la batalla de Querétaro,
Mariano Escobedo y Porfirio Díaz hicieron símil recorrido.
En los tiempos de la
Revolución -desde el “Plan de Iguala” hasta el “Plan de Tuxtepec”-, lo difícil de
las comunicaciones e inseguridad de los caminos, fueron causas determinantes de
que la maravilla subterránea fuera abandonada y poco visitada, e incluso la secretaría
de Industria y Comercio tuvo que encargarse de su conservación hasta que quedó
en manos del Instituto Geológico.
Ya en el año de 1936 el
último presidente liberal, Lázaro Cárdenas del Rio, las declaró como Parque
Nacional, el cual abarca mayoritariamente al estado de Guerrero en los
municipios de Pilcaya, Tetipac y naturalmente Taxco, aunque también se extiende
al estado de Morelos concretamente en el municipio de Coatlán del Rio.
Hoy por hoy, hay visitantes
quienes incluso el esteticismo llega a desorientar por completo, ante tan
alboroto que nuestra retina no alcanza a definir, perdiendo incluso la noción
del tiempo, con la fuerza imaginativa agotada, aplastados todos los sentidos por
el peso de tan enorme belleza -dicen las leyendas- que de infinita distancia.
Lo cierto, es que en
1971 la gruta fue “mapeada en su totalidad”, arrojando que es una sola galería de
enormes dimensiones -de 30 hasta 80 metros de ancho y de 20 hasta 70 metros de
alto-; Lugar al que han llegado infinidad de intereses, pues hasta la cerveza “Corona”
–del Grupo Modelo-, es también conocida mundialmente gracias a que en la década
de los 80´s llego a grabar un comercial televisivo debido a la silueta de una
botella dentro de las grutas, todavía puede ver el comercial en www.youtube.com/watch?v=ZJR9j6FaC1A.
En la actualidad es
administrada por la secretaria de Medio Ambiente y pueden visitarse los 15
salones, todos convenientemente iluminados, y, están abiertas al público -con
recorridos diarios- desde las 10 de la mañana y duran en promedio 2 horas
recorriendo 2 kilómetros.
Finalmente, “dicen los
que hablan bonito”, que es “una filigrana pletórica de aguzadas torrecillas, cresterías
caladas, encajes de pedrería brillante, haces de columnitas de blancura
virginal que constituye una catedral de ensueño abrumadora”; donde la Madre
Naturaleza impone su grandeza sobre lo que ha hecho el hombre sobre la faz de
la tierra –incluyendo Santa Prisca-. Lugar que definitivamente no puede dejar
de explorar. Fotos: Lily Segura Comentarios: www.noesegurasalazar.blogspot.mx
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