DON
JUAN RUIZ DE ALARCON Y JOSE DE LA BORDA
SANCHEZ
Señoras y señores, Don
Juan Ruiz de Alarcón nació en Taxco en el año de 1572, de abuelo materno judío y
su abuelo paterno era hijo de un sacerdote de la Mancha y una esclava mora;
estudió de 1596 a 1598 el bachillerato en Cánones, en la Real y Pontificia
Universidad de México y salió rumbo a España, en 1607, sin más capital que su
grandilocuencia y todo un bagaje de ingenio en plena congestión del “Gongorismo”.
Sus padres de José,
fueron Pedro de la Borda y Margarita Sánchez, nació en el año primero del siglo
XVIII, en “Los Pirineos”, que al quedar huérfano de padre se unió a su tío
Francisco, que ya vivía en la capital del virreinato de la Nueva España,
llegando en la flota de Luis Fernández de Córdova quien traía a bordo a
Baltazar de Zúñiga, entonces Virrey, llegando a Veracruz el 13 de julio de
1716.
Brincando sobre la
letrilla burlesca y el epigrama zumbón, mago de la sátira, Don Juan Ruiz de
Alarcón, durante su estancia en Salamanca comenzó a destacar como autor de
piezas dramáticas y ensayos; para 1606 marchó a Sevilla, pero con el propósito
de ejercer como litigante en asuntos mercantiles y canónicos, empero, fue allí donde
conoció a Miguel de Cervantes Saavedra, quien influiría posteriormente en sus
obras, como “La Cueva de Salamanca” y “El semejante a sí mismo”.
Tenía pues 16 años
cuando José de la Borda se interesó por la minería, trasladándose a Zacatecas,
donde hizo su primer capital; y siguiendo al pirata Gonzalo de Umbría, a los 26,
llegó a Taxco (1742), comenzando a trabajar en varias minas: “Pedregal”, “La
Bermeja”, “El Coyote”, y “Cerro Partido”,
hombre de buen gusto que de forma casi inmediata empezó a generar gran empatía con
la sociedad taxqueña, empero, en Tehuilotepec las minas “La Hijuela” y “San
Ignacio” le dieron su mayor ganancia.
Don Juan Ruiz de
Alarcón, en 1607 decidió regresar a la Nueva España, donde 2 años después
obtuvo el título de licenciado en derecho, y gracias al Virreye Luis de Velasco
y Castilla, su amigo, lo nombró teniente corregidor hasta que el virrey partió
en 1611, embarcándose junto con la comitiva del Virrey de nueva cuenta hacia la
península ibérica.
José de la Borda, dejó
de ser sólo un empresario minero; se volvió un visionario de la industria, pues
como buen administrador cuidaba la carestía de los cereales, introducía el agua
al crisol platero, regalaba teja roja, las casas que se desplomaban por la
explotación del metal precioso las volvía a reconstruir, fundó la calzada de
Acuitlapan y colegios y boticas para pobres.
A su llegada a Madrid, Don
Juan Ruiz de Alarcón, comienza la etapa más fructífera de su producción
literaria, sus primeras obras en representarse fueron “Las paredes oyen” y “Los
pechos privilegiados”, ambas con un moderado éxito; pronto fue conocido en el circulo
literato madrileño, aunque nunca estableció vínculos, por el contrario –hasta
por su aspecto físico, ya que tenía una joroba-, su talento hizo que provocara la
enemistad e insultos de Lope de Vega, Luis Vélez de Guevara, Luis de Góngora,
Francisco de Quevedo, entre otros. “El dramaturgo corcovado” le llamaron.
Estaba en su mayor esplendor como explotador
del metal precioso, cuando José de la Borda mandó construir el puente de
Pilcaya que conecta con Macinatenago y Coatepec; en Temixco, Morelos, aun están
los caminos que mandó abrir para que pasaran las recuas con el producto de las
vetas argentíferas rumbo al hoy D.F. “La Conducta de la Plata” y en Cuernavaca,
ordenó construir el “Jardín Borda” –que aun existe-, que fue de la predilección
de Maximiliano de Austria.
El escritor que cultivó
distintas variantes de la dramaturgia, Don Juan Ruiz de Alarcón, llegó hasta la
cumbre de su fama en el teatro español y orientador del teatro francés, con
obras como “La verdad sospechosa” –pieza clave del teatro barroco
hispanoamericano- comparable incluso a las mejores piezas de Lope de Vega y
Tirso de Molina.
La fortuna de José Borda
se llegó a calcular en 50 millones de duros, de los cuales muchos terminaron de
dadivas y servicios a la iglesia católica; confió su más grande proyecto arquitectónico
a un coterráneo suyo, el arquitecto Diego Durand y como maestro de obra a Juan
Caballero, que en el año de 1748 empezaron la construcción de una iglesia churriguera
genuinamente francés que terminaría siendo parroquia con torres de 40.40 metros
de altura y que llevaría el nombre de “Santa Prisca”. Para su uso personal, “Dios
a darle a Borda… y Borda a darle a Dios”. En 1759 todavía mandó construir “Casa
Borda”. Murió en Cuernavaca el 30 de mayo de 1778. Pobre y abandonado.
Don Juan Ruiz de Alarcón
se adueñó de la comedia de caracteres, forjó un estilo con personajes muy bien
definidos, profundo y difíciles de entender, con dominio del juego de palabras
y las asociaciones ingeniosas entre estas y las ideas, lleno de refranes en un
mundo hostil y engañoso, que no fue valorado por sus contemporáneos, incluso,
su obra permaneció en el olvido hasta bien entrado el siglo XX, cuando fue
rescatada por Juan Eugenio Hartzenbusch, con lo que queda constancia el influjo
de las tradiciones entre ambas regiones y el estilo de vida de dichas épocas. El
4 de agosto de 1639 Don Juan Ruiz de Alarcón dejó de existir físicamente en
Madrid. Fotos: Lily Segura Comentarios: www.noesegurasalazar.blogspot.mx
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