“NI
LOS VEO, NI LOS OIGO”
Señoras y señores, en esta
columna hemos comentado que el burocratismo es la supervivencia de la
prolongada dominación de las clases explotadoras en el curso de la historia de
la humanidad, la cual ejerce profunda influencia en la vida política de puntos geométricos
marginados como Guerrero en lo general y Chilpancingo en lo particular.
Desencadenando un caos
de corrupción, pero además generando todo tipo de dictadorcillos que les gusta
dárselas de dirigentes, dando órdenes, disposiciones y colocándose por encima
de sus representados del burocratismo o sectarismo, hasta aislarse de la
realidad, donde por angas o mangas nos ha tocado atestiguar algunas mutaciones.
De lo más patético han
sido los casos de Arturo Dolores Contreras Gómez con Javier Saldaña Almazán en
la UAG y en el SUSPEG desde Nadin Torralba Mejía, pasando por Luis Román
Miranda, David Guzmán Sagredo y hasta hoy día con Adolfo Calderón Nava, quienes
no han escapado de las garras de estos vicios.
Simplemente no han
podido mantenerse modestos y prudentes; decíamos en este trazado que la
naturaleza de los cargos en un estado pobre como Guerrero originan que la
trampa del engrandecimiento, la confianza desmedida, la imposición de la propia
opinión a los demás y la obstinación en las propias faltas en aras de la imagen
personal sea mayor.
Así pues, en el
abultado aparato burocrático, la hipertrofia y la superposición de los
escalones, hacen prácticamente imposible que les lleguen a tiempo y con
veracidad las opiniones, creando autenticas barreras artificiales, lo cual en
el corto plazo causa grandes problemas por mostrarse impasibles e indiferentes.
El burocratismo también
halla su expresión en la autosatisfacción, dando importancia excesiva a la
adulación y las alabanzas, no admiten supervisión ni critica; incluso, dan
preferencia entre ellos a personas de pésima moral que desfiguran y abusan de
su “autoridad”, cometiendo toda suerte de infracciones a la ley y privilegiando
el nepotismo.
Como podéis observar,
no nada más estamos hablando de un pésimo estilo y un reflejo característico de
las clases conservadoras y dominantes de la antigua época, es la manifestación
más burda de otra característica del burocratismo, el autoritarismo, no nada
más en el tiempo de labores en la oficina, el papeleo y los pasos perdidos.
Sobre todo estos últimos
centímetros de la regla de 24 horas, donde en compañía hasta de su música y
viandas preferidas ponen sobre la mesa todo su andamiaje, un mundo propio y actúan
a su antojo en el terreno político; no es obligación corregirlos ni exagerar
sus defectos y errores, pero ojala y entraran nuevamente al cuarto de
reflexión, para que vean que esas oficinas y nominas son pasajeras y del
erario. Que cumplan con sus obligaciones.
Por supuesto que no les
agrada que se les critique su culto a la personalidad, que como fenómeno social
al igual tiene una larga historia en nuestra idiosincrasia y por eso a quienes hacen
estas observaciones, ni los dejan entrar a sus “eventos” o hasta los bajan de
sus lujosas camionetas blindadas o sencillamente mejor hacen como “el innombrable”:
“ni los veo, ni los oigo”. Fotos: Internet. Comentarios: www.noesegurasalazar.blogspot.mx
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