domingo, 24 de agosto de 2014






“NI LOS VEO, NI LOS OIGO”

Señoras y señores, en esta columna hemos comentado que el burocratismo es la supervivencia de la prolongada dominación de las clases explotadoras en el curso de la historia de la humanidad, la cual ejerce profunda influencia en la vida política de puntos geométricos marginados como Guerrero en lo general y Chilpancingo en lo particular.

Desencadenando un caos de corrupción, pero además generando todo tipo de dictadorcillos que les gusta dárselas de dirigentes, dando órdenes, disposiciones y colocándose por encima de sus representados del burocratismo o sectarismo, hasta aislarse de la realidad, donde por angas o mangas nos ha tocado atestiguar algunas mutaciones.

De lo más patético han sido los casos de Arturo Dolores Contreras Gómez con Javier Saldaña Almazán en la UAG y en el SUSPEG desde Nadin Torralba Mejía, pasando por Luis Román Miranda, David Guzmán Sagredo y hasta hoy día con Adolfo Calderón Nava, quienes no han escapado de las garras de estos vicios.

Simplemente no han podido mantenerse modestos y prudentes; decíamos en este trazado que la naturaleza de los cargos en un estado pobre como Guerrero originan que la trampa del engrandecimiento, la confianza desmedida, la imposición de la propia opinión a los demás y la obstinación en las propias faltas en aras de la imagen personal sea mayor.

Así pues, en el abultado aparato burocrático, la hipertrofia y la superposición de los escalones, hacen prácticamente imposible que les lleguen a tiempo y con veracidad las opiniones, creando autenticas barreras artificiales, lo cual en el corto plazo causa grandes problemas por mostrarse impasibles e indiferentes.

El burocratismo también halla su expresión en la autosatisfacción, dando importancia excesiva a la adulación y las alabanzas, no admiten supervisión ni critica; incluso, dan preferencia entre ellos a personas de pésima moral que desfiguran y abusan de su “autoridad”, cometiendo toda suerte de infracciones a la ley y privilegiando el nepotismo.

Como podéis observar, no nada más estamos hablando de un pésimo estilo y un reflejo característico de las clases conservadoras y dominantes de la antigua época, es la manifestación más burda de otra característica del burocratismo, el autoritarismo, no nada más en el tiempo de labores en la oficina, el papeleo y los pasos perdidos.
  
Sobre todo estos últimos centímetros de la regla de 24 horas, donde en compañía hasta de su música y viandas preferidas ponen sobre la mesa todo su andamiaje, un mundo propio y actúan a su antojo en el terreno político; no es obligación corregirlos ni exagerar sus defectos y errores, pero ojala y entraran nuevamente al cuarto de reflexión, para que vean que esas oficinas y nominas son pasajeras y del erario. Que cumplan con sus obligaciones.


Por supuesto que no les agrada que se les critique su culto a la personalidad, que como fenómeno social al igual tiene una larga historia en nuestra idiosincrasia y por eso a quienes hacen estas observaciones, ni los dejan entrar a sus “eventos” o hasta los bajan de sus lujosas camionetas blindadas o sencillamente mejor hacen como “el innombrable”: “ni los veo, ni los oigo”. Fotos: Internet. Comentarios: www.noesegurasalazar.blogspot.mx

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