“MI
PATRIA, ES PRIMERO”
Señoras y señores, tuvo
como marco las montañas y el mar del sur, comandante de los revolucionarios, que
en mayo de 1809 en la Junta Central Suprema convocó a una especie de Congreso con el fin de
redactar una Constitución que fue moderada por poderes legislativo y judicial.
Los Galeana y los Bravo
(Miguel, Víctor, Máximo, Casimiro y Nicolás), fueron hacendados, familias de
verdad influyentes en la región, armados y con buenos caballos, el, sólo aportó
su persona, pero destacó por su valor y su inteligencia, su astucia, su
disciplina, su capacidad para conservar la calma en situaciones desesperadas.
Cuando la guerra fue un
mal necesario, estableció un buen gobierno, en Tecpan emitió dos bandos, “la
guarda de los puertos y que recogieran en los pueblos los impuestos”, hasta que
en la propia Tixtla fue la sede de la vanguardia insurgente con la bandera
color siena tostado, dividida en cuatro por una cruz negra con una calavera al
centro, en señal de luto por la muerte de Hidalgo.
Luchó cuerpo a cuerpo,
bajo aguaceros, con bayonetas, con machetes, de noche a la luz de los relámpagos
hasta que provocaba las desbandadas, hasta fundar la república representativa,
para promover la educación y la prosperidad, las libertades de comercio y de
expresión.
En 1817 siguió a los
liberales españoles que desembarcaron en Soto la Marina, Tamaulipas, junto con
ingleses y estadounidenses que pelearon contra los franceses, llegó a tener al
mando a más de 4 mil hombres y el 22 de septiembre la Junta del Balsas comenzó
a funcionar como un gobierno autónomo.
Informado de los
movimientos independentistas de 1816 de las Provincias Unidas de la Plata (hoy
Argentina), Chile en 1818 y Colombia en 1819, así como la Constitución de Cádiz
que impulsó la educación pública, redundó el 15 febrero en el pacto de
Teloloapan, no de Acatempa.
Proclamó el 24 de
febrero de 1821 el plan de Iguala, siempre marchando en la guerra de
independencia, con la ilusión de las ideas liberales, apoyando a Juan O´Donoju,
el ultimo virrey de la Nueva España, ese general liberal, amigo del padre de
Mina y de los jefes de la revuelta española de 1820.
La mañana del 27 de
septiembre entró con el ejercito trigarante a la capital del país y a las nueve
de la noche del día siguiente firmó el acta de independencia, le fue reconocido
el grado de general y la capitania del sur y después de 1827 fue gran maestre
del rito de York expresando las ideas liberales por medio del periódico “El
Aguila Mexicana”.
Liberal radical que en
1829 dictó la defensa contra la reconquista española triunfando el 11 de
septiembre, por eso fue un indomable patriota que sólo pudo sostener la causa
de independencia y el fuego sagrado de la libertad y que sigue siendo ejemplo
contra los rastreros y vende patrias de hoy día, pues muy pocos siguen el
ejemplo de aquella anécdota:
“Compañeros, -les
dijo-, veis a este anciano respetable, es mi padre, viene a ofrecerme empleos y
recompensas a nombre de los españoles. Yo he respetado siempre a mi padre; pero
mi patria es primero”, eso lo dijo un 29
de agosto, empero de 1820, cosa que muchos hoy sólo colocan como mera hipocresía.
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